A pesar de que en la clase de tres años de Educación Infantil del cole Clara Campoamor aún no conocemos a fondo a Cristóbal Colón, estamos seguros de que no se pasó su trayecto a las indias descansando. Es lo que ocurre en nuestro barco de Grandes Navegantes, que nunca perdemos de vista el siguiente destino a descubrir. En la mañana de ayer, justo como marcaba nuestro Mapa de Ruta, decidimos colocarnos el sombrero y seguir a nuestro capitán Enol para descubrir un lugar que, aunque se preveía pequeñito, supusimos tendría más magia que cualquier otro: La clase de Marta, nuestra profe de Audición y Lenguaje.
Situada en un rinconcito del segundo piso no nos costó encontrar el aula, aunque reconocemos que la palabra Logopedia sobre la puerta nos despistó. Sin embargo, y con una emocionante acogida, pronto nos adentramos sin miedo en ese pequeño mundo. Una vez allí no paramos de asombrarnos con los múltiples, coloridos y divertidísimos objetos que, según nos explicó la profe Marta, ayudan a niños y niñas y también a los adultos a pronunciar y articular mejor. Así pudimos manipular divertidos elementos como las trompetas, el juego que decidimos llamar la bolita mágica o el aparato usado para ejercitar la expansión torácica, fantásticos para aprender a respirar adecuadamente. Unos divertidos molinos de viento hicieron nuestras delicias y las de las profes los cuales, al tiempo que visualizábamos a Caperucita Roja recoger flores en el campo, se convirtieron en nuestras margaritas de primavera (flores1, flores2). Los momentos mágicos no terminaron aquí y la profe Marta, con ayuda de Arantxa, nuestra profe de música, nos descubrió entonces los pomperos, esos botecitos que, estamos seguros, fueron inventados para hacernos la vida más feliz (pompas1, pompas2, pompas3). Ya para relajarnos y asimilar que no podríamos quedarnos para siempre en ese mundo feliz que es la clase de AL, la profe nos mostró algunos de los cuentos que trabaja con las alumnas y con los alumnos que asisten a su clase. La preciosa historia de un avioncito llamado Totó y una nube buena dibujó una sonrisa en el rostro de todos nosotros y nos dejó con ese agradable sabor de boca que no perderemos en mucho tiempo. Como recuerdo de esta preciosa exploración Marta nos agasajó con unos divertidos marcapáginas símbolo de este viaje didáctico y maravilloso.
El regreso fue tranquilo y sin oleaje, aprovechando en todo momento para recordar todas y cada una de las mágicas experiencias vividas en Logopedia que ocuparán una página de honor en nuestro Cuaderno de Bitácora, al igual que lo hicieron nuestras expediciones anteriores por cada lugar oculto del Clara.
Con el reflejo de tantas emociones nos retiramos a nuestros camarotes lanzando un beso muy fuerte al gran azul…