Expedición a primero…

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Dicen los grandes viajeros que regresar de un viaje hace desear con más fuerza el siguiente y debe ser cierto pues a medida que los niños y las niñas de tres años vamos descubriendo nuevos rincones del cole ansiamos continuar explorando. Por ello, aunque la pasada semana fue cortita, no nos olvidamos de soltar el ancla y lanzarnos a un nuevo destino: la clase de primero de primaria. Así en la mañana del viernes y con Claudia como capitana, nos ataviamos con nuestros gorros y la maleta de viaje y nos dirigimos a esa clase de la que nos habían contado maravillas, ¡incluso que tenía una tele! El recibimiento fue increíble, cálido y divertido. La profe Lucía nos invitó a sentarnos y pidió a los alumnos y a las alumnas que se presentasen. Nosotros hicimos lo propio y a partir de ahí escuchamos como Lucía nos explicaba todo lo que tenían en la clase y las actividades que se llevaban a cabo. Después recibimos dos enormes sorpresas: Por un lado tuvimos la suerte de que las niñas y los niños de primero nos leyesen un cuento a cada uno y por otro lado estos magníficos chicos y chicas nos agasajaron con unas preciosas y observadoras casitas de papel donde se puede leer un precioso mensaje: Con mis ojos exploradores descubrí todos los rincones de la clase de primero.

Si bien los detalles que con nosotros tuvieron en esta bonita clase nos emocionaron aún tuvimos tiempo de explorar a fondo el aula en compañía de los mayores utilizando los elementos que guardamos en nuestra maleta del viajero: Usamos la linterna para buscar en lugares oscuros, el cepillo para analizar posibles huellas de dinosaurio, los prismáticos para disfrutar de las vistas, la brújula para orientarnos en el viaje de regreso… A pesar de que tanto trabajo nos dejó exhaustos aún nos quedaron fuerzas para retratarnos con los encantadores alumnos de primero y su maravillosa profe, fotografía que ya forma parte de nuestro Cuaderno de Bitácora donde recogemos todas las experiencias maravillosas que este proyecto nos ofrece.

El regreso fue tranquilo y rápido y nos dejó, además de un nuevo timón en el Mapa de Ruta, un gran sabor de boca y, por supuesto, el deseo de continuar viajando por los maravillosos parajes del colegio Clara Campoamor. ¡Descansen, marineros! (Fotos).

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